Breve introducción al blog

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¡Hola vividores!

Podéis llamarme Rodre. En realidad mi nombre es compuesto, pero no me gusta tener nombre de virgen (aún así queda chulo decir "L.A. yeah, that's my second name")

Nací para conocer. Se conoce mediante la experiencia y ésta te la da la vida. En resumen, nací para vivir. Pero hay muchas maneras de hacerlo y a mí me gusta viajar, la fotografía y las galletas, es lo que hay.

Soy un bípedo implume y le busco lógica a todo, pero mas bien mi mente lo centrifuga todo hasta hacer que pierda sentido. Una locura.

Tengo otro blog, el de "Hoy me siento feliz" pero este es diferente. Es mucho más personal, es posible que ya te hayas dado cuenta de que desvarío, puede ser que sea porque estoy un poco loca.

¡Espero que disfrutéis! :)

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El teatro es una gran metáfora



Mejor que desde el mejor palco, contemplaba desde un lugar privilegiado cómo toda la escena se sumergía en una llamarada provocada por una chispa en uno de los focos, cómo ese fuego iba devorando a una velocidad vertiginosa el trabajo de meses. Los decorados, el vestuario, los guiones y todo lo que no era de la obra sino de la sala, el pesado telón de terciopelo azul, los instrumentos mudos de la orquesta, el suelo. Todo. 
Se planteó en ese momento la capacidad que podría haber tenido para evitar el incendio. Tal vez, si los guionistas no hubieran hecho encender ese foco mientras alguien vestido de hada se recolgaba sobre el escenario, a lo mejor si ese actor no hubiera intentado abrir las alas en ese preciso instante... Pero el teatro, como la vida, era el todo por el todo. Podría haber hecho, como era su intención, que el público realmente llorara de alegría por lo hermoso de esa escena, pero no. No esa vez. 
Las lágrimas, mezcla del humo y de la aflicción, de la consecuencia que produce el no estar suficientemente preparado para la interpretación de sus sueños, o mejor que de sus sueños, de su vida, le emborronaban la vista y hacían que esa escena no incluida en el guión se viera demasiado brillante desde fuera.
Sus compañeros habían salido corriendo en el momento en el que notaron la peligrosidad del incendio, pero se había quedado en medio del escenario vacío, vigilando  impotente cómo caía ladrillo a ladrillo el teatro por lo que había dado todo. 

 Era el protagonista de su propia desgracia. 

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