Breve introducción al blog

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¡Hola vividores!

Podéis llamarme Rodre. En realidad mi nombre es compuesto, pero no me gusta tener nombre de virgen (aún así queda chulo decir "L.A. yeah, that's my second name")

Nací para conocer. Se conoce mediante la experiencia y ésta te la da la vida. En resumen, nací para vivir. Pero hay muchas maneras de hacerlo y a mí me gusta viajar, la fotografía y las galletas, es lo que hay.

Soy un bípedo implume y le busco lógica a todo, pero mas bien mi mente lo centrifuga todo hasta hacer que pierda sentido. Una locura.

Tengo otro blog, el de "Hoy me siento feliz" pero este es diferente. Es mucho más personal, es posible que ya te hayas dado cuenta de que desvarío, puede ser que sea porque estoy un poco loca.

¡Espero que disfrutéis! :)

miércoles, 25 de junio de 2014

Automático.

Todo ha cambiado tan deprisa. Ya no somos como solíamos ser ¿lo somos?
¿Y a quién le importará esto? A fin de cuentas sólo somos personas. Podría decirse que ha ido a mejor. Podría decirse que ha ido a peor. Eso el tiempo lo dirá.
En el borde del precipicio los sueños dan vueltas alrededor de la cabeza. Las aspiraciones, las ideas. Es curioso cómo el pensar en el fin puede llegar a darle sentido a la existencia. Flotamos en medio de la nada y, como pompas de jabón que somos, en algún momento, cuando nos acercamos mucho al sol, nuestra estructura explota dejando rastros de lo que fuimos. De lo que quisimos ser, de lo que queríamos y deseamos, de lo que tuvimos. Rastros, a fin de cuenta, de nosotros mismos. Rastros que el mismo viento que nos llevó a nosotros se lleva.
Nuevas vidas, nuevas aspiraciones. Ascensos y descensos. Y despedidas inesperadas que vacían nuestro sentido y nos llenan de más emoción de las que creemos que podemos contener. Pero aún así aguantamos. Cuando algo desgarra la estructura interna. Y al cabo de un tiempo se ve que esa estructura está intacta, que cambió poco más que la pintura de la pared en la que pintamos los sueños. Cambia la compañía, pero seguimos avanzando.
Somos, somos fuertes.
Nuestro cuerpo nos permite serlo, nuestra mente también, y nuestra voluntad nos permite continuar. Porque la misma curiosidad que mató al gato... salvó al ser humano.

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