Breve introducción al blog
¡Hola vividores!
Podéis llamarme Rodre. En realidad mi nombre es compuesto, pero no me gusta tener nombre de virgen (aún así queda chulo decir "L.A. yeah, that's my second name")
Nací para conocer. Se conoce mediante la experiencia y ésta te la da la vida. En resumen, nací para vivir. Pero hay muchas maneras de hacerlo y a mí me gusta viajar, la fotografía y las galletas, es lo que hay.
Soy un bípedo implume y le busco lógica a todo, pero mas bien mi mente lo centrifuga todo hasta hacer que pierda sentido. Una locura.
Tengo otro blog, el de "Hoy me siento feliz" pero este es diferente. Es mucho más personal, es posible que ya te hayas dado cuenta de que desvarío, puede ser que sea porque estoy un poco loca.
¡Espero que disfrutéis! :)
martes, 20 de enero de 2015
Prometo follarte
Nos conocimos de una manera rápida, desesperada, casual. Si esto fuese una película, la universidad sería la excusa para dar pie a la acción. Pasamos de un "hola" a la acción más rápido de lo que lo había hecho en toda mi vida. Pronto se convirtió en un desenfreno: Noche y día, a todas horas, me pedías más y más. El cansancio que me dabas y el dinero que me hacías gastar, bien lo compensabas con lo que me proporcionabas. Oh, más, joder, así, más, más, MÁS, QUIERO MÁS.
Me mataba lo lejos que estabas, a media hora de tren, tiempo que se convertían en mil horas cuando notaba el deseo y quería verte con desesperación. Entraste en mi vida como un tornado desordenando todos mis esquemas y superando todo lo que, hasta el momento pensé que eran aquellas enormes expectativas que hoy en día considero minúsculas. Me hacías querer más. Pedir más, dar más. Tú fuiste una barra libre de gas butano para la pequeña llamita que yo solía tener. BUM. Ya nada era como solía ser, en un año mi vida patas arriba y mi vida ya no sería igual.
Formalizamos un poco nuestra relación, ya la hicimos oficial. Eramos tú, y yo, y alguna visita que te hacía de vez en cuando para que me dieras lo que yo quería que me dieses, más suave, menos frecuente pero siempre igual de placentera.
Pero todo cambió cuando me fui, ¿verdad? Te tuve que dejar porque la excusa por la que llegué a conocerte -y por la que seguía contigo- no pudo continuar. Te dejé por otra, y te prometo que al principio te fui fiel. Me quedaba con tu potencia, con tu tamaño, con tu sadismo, respecto a la idiotez y sumisión que me daba la otra. Pero entiéndeme, no estaba contigo, estaba con ella, que a pesar de sus muchos defectos, me hacía sentir como en casa, y su sumisión me ayudaba a destacar, algo que no podía hacer en el inmenso océano que eres, por pura naturaleza. Me hice a ella, que me trató con cariño, me daba energía en vez de robármela y no me pedía tanto, porque, siéndote sincera, tú exiges mucho, oh, muchísimo, y además a un ritmo que nadie puede aguantar sin volverse un poco loco.
La cuestión es que ella, a quien yo al principio miraba con recelo y desgana acabó dándome una felicidad que bien podría parecerse al cielo, aunque tú no dejabas de ser la tierra prometida, pero aún así yo quise ir a una tercera que no me dejó ni acercarme a ella, y que te dejó a ti en un segundo lugar. Cosas que pasan, no siempre se consigue exactamente lo que uno se propone, pero oye, para ser un segundo plato, llenas bastante.
Así, este año volví a ti, llena de la energía recuperada y dispuesta, a pesar de que fueses el segundo plato a continuar con la vida de placer desenfrenado que solías darme. Y lo cumpliste, oh sí que lo cumpliste, pero igual que la primera vez iba sin grandes expectativas y tu inmensidad las superó como si fuese la fuerza de un humano contra la de una roca, ahora mis expectativas eran superiores y en poco tiempo me cansé de ti, tal vez no supimos estar a la altura, ni tú para mí ni yo para ti.
¿Qué nos ha pasado, querida mía, que donde antes había fuego ahora sólo hay un azul vacío? ¿Y donde estaba la paz también vacío? ¿Y esas grandes expectativas? ¿Y esa capacidad para cumplirlas? Ahogadas, ahogadas todas. Ya no hay noches de desenfreno, sólo paseos de indiferencia. Ahora me cansas rápido y a mí no me apetece verte. Tu magia se apagó, parece ser que alguien cerró la llave del gas...
Cariño mío, amor, mi vida. todo cambia. Yo he cambiado y tú... Ya no sé si has cambiado tú también. Algo de ti también lo ha hecho y ya se ha perdido mucho entre nosotras. Aún se puede salvar, mi amor, aún se puede salvar. Sólo te pido que me des una oportunidad más. Déjame explorarte una vez más, y después podremos decidir si aún se puede recuperar algo de lo que ya pasó, de manera diferente, o si ya es mejor darlo todo por perdido.
Madrid, amante mía, no me abandones aún, que tendré que vivir contigo al menos un año más.
Me mataba lo lejos que estabas, a media hora de tren, tiempo que se convertían en mil horas cuando notaba el deseo y quería verte con desesperación. Entraste en mi vida como un tornado desordenando todos mis esquemas y superando todo lo que, hasta el momento pensé que eran aquellas enormes expectativas que hoy en día considero minúsculas. Me hacías querer más. Pedir más, dar más. Tú fuiste una barra libre de gas butano para la pequeña llamita que yo solía tener. BUM. Ya nada era como solía ser, en un año mi vida patas arriba y mi vida ya no sería igual.
Formalizamos un poco nuestra relación, ya la hicimos oficial. Eramos tú, y yo, y alguna visita que te hacía de vez en cuando para que me dieras lo que yo quería que me dieses, más suave, menos frecuente pero siempre igual de placentera.
Pero todo cambió cuando me fui, ¿verdad? Te tuve que dejar porque la excusa por la que llegué a conocerte -y por la que seguía contigo- no pudo continuar. Te dejé por otra, y te prometo que al principio te fui fiel. Me quedaba con tu potencia, con tu tamaño, con tu sadismo, respecto a la idiotez y sumisión que me daba la otra. Pero entiéndeme, no estaba contigo, estaba con ella, que a pesar de sus muchos defectos, me hacía sentir como en casa, y su sumisión me ayudaba a destacar, algo que no podía hacer en el inmenso océano que eres, por pura naturaleza. Me hice a ella, que me trató con cariño, me daba energía en vez de robármela y no me pedía tanto, porque, siéndote sincera, tú exiges mucho, oh, muchísimo, y además a un ritmo que nadie puede aguantar sin volverse un poco loco.
La cuestión es que ella, a quien yo al principio miraba con recelo y desgana acabó dándome una felicidad que bien podría parecerse al cielo, aunque tú no dejabas de ser la tierra prometida, pero aún así yo quise ir a una tercera que no me dejó ni acercarme a ella, y que te dejó a ti en un segundo lugar. Cosas que pasan, no siempre se consigue exactamente lo que uno se propone, pero oye, para ser un segundo plato, llenas bastante.
Así, este año volví a ti, llena de la energía recuperada y dispuesta, a pesar de que fueses el segundo plato a continuar con la vida de placer desenfrenado que solías darme. Y lo cumpliste, oh sí que lo cumpliste, pero igual que la primera vez iba sin grandes expectativas y tu inmensidad las superó como si fuese la fuerza de un humano contra la de una roca, ahora mis expectativas eran superiores y en poco tiempo me cansé de ti, tal vez no supimos estar a la altura, ni tú para mí ni yo para ti.
¿Qué nos ha pasado, querida mía, que donde antes había fuego ahora sólo hay un azul vacío? ¿Y donde estaba la paz también vacío? ¿Y esas grandes expectativas? ¿Y esa capacidad para cumplirlas? Ahogadas, ahogadas todas. Ya no hay noches de desenfreno, sólo paseos de indiferencia. Ahora me cansas rápido y a mí no me apetece verte. Tu magia se apagó, parece ser que alguien cerró la llave del gas...
Cariño mío, amor, mi vida. todo cambia. Yo he cambiado y tú... Ya no sé si has cambiado tú también. Algo de ti también lo ha hecho y ya se ha perdido mucho entre nosotras. Aún se puede salvar, mi amor, aún se puede salvar. Sólo te pido que me des una oportunidad más. Déjame explorarte una vez más, y después podremos decidir si aún se puede recuperar algo de lo que ya pasó, de manera diferente, o si ya es mejor darlo todo por perdido.
Madrid, amante mía, no me abandones aún, que tendré que vivir contigo al menos un año más.
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