-Ver la tele
-Ordenar la habitación
-Leer
-Escribir (el problema es ¿QUÉ?, bueno, de la respuesta a esta pregunta nace esta entrada)
-Hacer fotos a todo ser que esté delante de ti (e intentar hacer una volando sobre el sofá. Misión: fallida, sofá pequeño, probabilidad de ostia del año: 99'99999%, demasiado arriesgado. Nota mental: Probarlo en el sofá de Mérida.)
-Saltar en la cama
-Escuchar música que te despierte aún más. En 8tracks.com tienes unas listas estupendas para ello (y para todo)
-Molestar a los vecinos que tanto te han molestado esta tarde y han hecho que te levantes de tu siesta de 4 horas escuchando reggaetón y música chunda-chunda actual
-Componer una canción. A éstas horas viene una inspiración “cantautorística” de campeonato, y además se puede hacer uso de los dos puntos anteriores.
-Elegir a alguien de quien enamorarte (Si no se encuentra a ningún sujeto en condiciones, auto declararse “solter@ de oro”)
-Pensar en algo (De nuevo asalta el ¿EN QUÉ? Bueno, pues puedes pensar en el examen de matemáticas que tienes el viernes, en las navidades, en próximos viajes –entiéndase África, Japón o Interrail-, en la economía mundial –no lo recomiendo, como economista-, en el fin del mundo –cuidadito, existencialistas-, en ELLA/ÉL, en qué pensar)
-Inventarte una nueva coreografía para una canción de Lady Gaga.
Bueno, vale ya, se me está empezando a ir la pinza peligrosamente. Pronto publicaré algo, me estoy enganchando a mi propio blog. Qué triste, ¿no?
Besos somníferos de una vividora pasional.
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